Sunday, October 7, 2012

JMN DESDE SU TRINCHERA

JMN DESDE SU TRINCHERA


CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE FBT

Posted: 07 Oct 2012 12:55 AM PDT

07 DE OCTUBRE DEL 2012:

Es indudable que un político no es un elemento de unificación nacional. De hecho el caudillismo, la formación de partidos alrededor de éstos personajes; el articular através de la política  una visión particular de entender una determinada realidad; la busqueda del poder y el cernicolismo y el sectarismo de la política criolla entre otros factores, contribuyen a que los políticos, a diferencia de los héroes, no sean percibidos como elementos de unidad nacional. Su aporte, su ejecutoria, su acción política se quedan  en la conciencia histórica, pero no trasuntan a la conciencia nacional; esto porque a pesar de tener clara esta limitación, en un país sin una idea clara de identidad nacional, de nación, del concepto del valor de lo colectivo y del principio de solidaridad en función del hecho de nacer en el Perú; los políticos son exhibidos en su connotación de símbolo político (en un país donde la política es sinónimo de mediocridad, de corruptela, de demagogia y clientelismo) y no en su dimensión ética con suficiencia.

Si uno lee los diversos artículos sobre Belaunde, queda claro que estamos frente a un hombre que a la distancia, lejos de las pasiones políticas, es percibido como un estadista, como un visionario, como un hombre honesto, un político de solera, de gestos y de buen hablar, un democrata, un caballero a carta cabal y un polemista de nota que se gano el respeto y el calor popular. Los homenajes a Belaunde en el Centenario de su nacimiento, han sido organizados por el Congreso de la República, por la Universidad Alas Peruanas (una universidad que se caracteriza por sus vínculos con la clase política) y por el partido ACCION POPULAR. Y lo concreto y lo real, es que el homenaje no a tenido dimensión nacional (o mejor dicho a entendido con simplismo que dimensión nacional es descentralizar diferentes muestras fotográficas) y se ha quedado en la esfera intelectual, en los medios periodísticos como noticia; pero fundamentalmente, en los círculos políticos o estatales, para los que Belaunde es un símbolo en el que se pueden cobijar protectoramente, un símbolo al que se puede usufructuar de diversas maneras para ganar imágen, para sacarle provecho político electoral. 

Sin uso de medios masivos de comunicación como la radio y la televisión, para presentar un personaje como Belaunde en su dimensión ética como valor social con sus aciertos y errores. Ni las exposiciones fotográficas,  ni las moneditas conmemorativas o los libros de autores desconocidos y las conferencias para simpatizantes sobre él (que repiten el punto común de la gesta de la bandera para la inscripción de su candidatura, que es un gesto eminentemente político) van a penetrar en la sociedad para darle valor de icono nacional al personaje, en lo ético, en lo moral y en lo que respecta a valores más alla de la política, a un Belaunde, al que las nuevas generaciones no conocieron ni conocen.

 En un país en el que la gente no cree en la política ni en los políticos, en un país donde no hay partidos y donde el propio partido de Belaunde -presidido por un octogenario cacique cajamarquino, que represento en los dos gobiernos de FBT la antípoda de lo que encarna Belaunde- está en crisis; el que la clase política lo celebre, lo homenajee y lo exalte, sin ser fiel expresión de su legado ético y menos del político; resulta una hipócrita muestra de oportunismo político, que el pueblo, que el ciudadano común y corriente, que el elector algo informado no se traga. Una realidad que puede aplicarse a otros partido históricos como el APRA o la izquierda, donde Haya de la Torre  o José Carlos Mariátegui, han sido reducidos a  simples elementos de utileria política.

Este tipo de homenajes sin que sea la sociedad civil la que los impulse y haga suyo y proyecte al personaje; sin congruencia con lo que es su herencia en el amplio sentido del término, sin una conceptualización, ni una idea clara de como engarzar el personaje en la conciencia nacional, de como darle una dimensión nacional como elemento de identidad nacional y de ejemplo, solo sirven solo para el coktelito, para la conversa y el figurettismo de los políticos de turno. Para que en el nombre de los caudillos del pasado, se trafique con su figura; cuando lo que se hace a tenor de la realidad es caricaturizarlos ante una sociedad que es bastante inculta, ante jóvenes que ni siquiera identifican a Grau o a Cáceres y en el equivocado entendido que  van a reconocer a Belaunde. 

Y la muestra más clara de esta utilización política de la figura de Belaunde, es la indiferencia con la que el Alcalde de Jesus María, el Presidente del Congreso, el presidente de ACCION POPULAR y el Presidente de la Comisión del Congreso de la República, trataron el reclamo de esa estatua de Belaunde en Jesús María, en la que se le presenta tan enano como el propio alcalde, zapaton, cabezón y con saludo de Scout. Toda una ofensa a la figura de un ex presidente, toda una caricaturización frente a la nuevas generaciones por parte de los que "dicen" seguir su ejemplo y que se cortan las venas llamándose sus "herederos". Al final somos una sociedad que si insiste en presentar esa distorsión entre sus iconos políticos  y la realidad política actual, se va a quedar simplemente en el acto protocolar y de eso no se tratan los homenajes. Alimentar el espíritu, recrear el alma humana, exponer el valor ético del personaje, es  parte de la política; aunque los que se dedican profesionalmente a ella o dicen ser politicos no lo crean. Y se quedan en las formas olvidando que en cuestiones de política y de poder lo que cuenta es el fondo.


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